jueves, 3 de marzo de 2011

Los gatos en el Antiguo Egipto

Cuenta la Historia que el culto al gato se inició hacia el 2900 a.C. Según la mitologia egipcia, Ra, dios del Sol, enfadado con los hombres, envió a la Tierra a su hija, encarnada en Sekmet, una leona muy fiera, a fin de castigarlos. Sin embargo, ésta, enloquecida, provocó una masacre y mató a cientos de egipcios. Ra tuvo entonces que mandar a su guerrero Onuris con la misión de pacificar a Sekmet. Ésta se convirtió en dócil ante las artes de Onuris, y entonces, se convirtió en Bastet.


La dualidad de esta diosa se refleja en su asociación al Sol y la Luna, de modo, que Bastet, asociada al Sol, se representa como una diosa buena y amable, diosa de la música y protectora de la luna, mientras que Sekmet, se asocia a la Luna y representa ese espíritu misterioso e independiente que siempre tienen los gatos.
Tan querida llegó a ser Bastet en Egipto que incluso se le levantaron templos, como el de Bubasti en la delta del Nilo.
Pero si eso es lo que cuenta la leyenda, lo cierto es que los gatos tenían, en la práctica, un status social importantísimo, por lo que su muerte se consideraba una tragedia en la familia, hasta el punto de que tenían que guardar luto y raparse las cejas en señal de luto. Después había que embalsamarlo y enterrarlos en grandes panteones. Tanto es así que se llegó a descubrir una gran necrópolis en el que habían enterrados cerca de 300.000 gatos momificados. Matar un gato estaba incluso castigado con la pena de muerte ya que a través de los ojos de éstos, la diosa Bastet estaba siempre pendiente de los hombres y los protegía de todo mal.
Pero era tal el culto que le rendían, que incluso circula la leyenda de que en cierta ocasión, en pleno ataque de los egipcios, los persas, sabedores del temor a los gatos, cogieron un buen número de éstos y los utilizaron como escudos ante el ataque. No sabiendo cómo evitar el no hacerles daño, los egipcios finalmente hubieron de rendirse.

Herodoto (484-424 a.C.), historiador griego conocido como el padre de la historia, viajó por Egipto hacia el año 450 a.C., país al que dedica el segundo libro de su obra Historias. En él nos narra con detalles las costumbres del pueblo egipcio, y entre éstas el culto que se rendía a los animales, aunque hay que tener en cuenta que estas costumbres se refieren a la Época Tardía, cuando Egipto estaba en decadencia total y nada o poco tenía que ver con el esplendor de los anteriores siglos.
Aún así, es interesante lo que cuenta. Dice Herodoto:
"...la gente de las ciudades ofrecen sacrificios de esta manera: adoran al dios al cual está consagrado el animal, cortan al rape el pelo de los niños, o solamente la mitad o incluso la tercera parte, y el peso en plata del pelo cortado se entrega a la servidumbre del animal en cuestión. Con este dinero se compra el pescado con que se nutre a los animales sagrados.
"Si alguien mata voluntariamente a uno de estos animales es condenado a muerte y si lo hace involuntariamente, paga una multa que fijan en cada caso los sacerdotes...
"Cuando se declara un incendio, es sorprendente lo que sucede con los gatos. La gente se mantiene a cierta distancia cuidando a los gatos y sin preocuparse lo más mínimo de apagar el fuego. Pero los gatos se escurren por entre la gente o saltan sobre sus cabezas y se precipitan en el fuego. Y cuando esto sucede, los egipcios se quedan muy apenados. Cuando en una casa perece un gato de muerte natural, todos sus inquilinos se afeitan las cejas (...). Los gatos muertos se llevan a un lugar sagrado donde son embalsamados y luego se entierran en Bubastis (...)."
Otro autor griego, Diodoro de Sicilia, narra el caso de un soldado romano de las tropas de César, que hacia el año 50 a.C. mató sin querer a un gato. Una multitud furiosa de egipcios linchó al pobre hombre, que no se salvó de la muerte, a pesar del temor que entonces tenían los egipcios hacia los romanos. Ni siquiera le pudieron salvar los emisarios que envió el rey egipcio.

Referencias y más información en:

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